Nací una madrugada de febrero en el país con el nombre de un río, Uruguay.
Ya desde muy temprana edad entré en contacto con la enfermedad (sufrí bronquitis a repetición) y con el diagnóstico de los médicos de que tendría una vida limitada por esta. A la vez que me recuperaba, sin ninguna secuela, también entraba en contacto con aquellas cosas que hoy se convierten en mis pasiones: la escritura, el aprendizaje, la naturaleza y el deporte.
Siendo adolescente y sin saber que hacer con mi vida, un accidente deportivo fortuito me situó en la senda de la sanción y conozco el oficio de fisioterapeuta. Al acabar la carrera, me voy a Francia, donde paso los siguientes 8 años trabajando en todas las especialidades de la fisioterapia.
Me doy cuenta que lo que más me gusta de mi trabajo es hablar con la gente y encontrar la causa que subyace al dolor y la enfermedad, más allá de lo biológico y fisiológico: descubro el mundo de las emociones y la energía. También me doy cuenta de mi habilidad para crear espacios donde las personas se sentían seguras para abrirse y mostrarse tal y como son.
A partir de allí, me especializo en técnicas que me ayuden a tener una visión integrativa de la salud y comienzo a recorrer un camino en el que sigo hasta el día de hoy.
Además de estudiar y profundizar en técnicas como la Programación Neurofisiológico-lingüística, la Kinesiología Holística, la Astrología Terapéutica y las Constelaciones Familiares y sistémica, también desarrollo ciclos de investigación y he escrito dos libros titulados «Puente a una vida Plena» (2018, editorial Círculo Rojo) y «Café Disruptivo» (2020, editorial Círculo Rojo).
El niño que jugaba buscando pociones en la naturaleza y mirando las estrellas se convirtió en un adulto comprometido a ayudar a las personas a encontrar el equilibrio a través del autoconocimiento de unos mismo y de entrar en contacto con su propio poder curativo y el que nos ofrece la madre tierra.
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